La botigueta de Bellreguard
23 noviembre 2021
Bien de Relevancia Local
La botigueta de Bellreguard (tiendecita) o Botigueta nova de Pedro Llinares (calle Sant Antoni, 3) cuenta con un valor patrimonial relevante por su cartel publicitario de la fachada. El panel cerámico exterior es uno de los pocos que quedan en el País Valencià y, junto con la fachada, está considerado Bien de Relevancia Local del Patrimonio Cultural Valenciano.
En el año 1925, regentando la tienda Pedro Llinares, se instaló el cartel en la fachada. Fue elaborado por la fábrica de cerámica de José María Verdejo, reconocida por la excelencia de sus creaciones durante los años 20 y 30 del siglo XX. Verdejo es uno de los dos fabricantes de Manises dedicado al sistema belga, denominado así en referencia al país de origen de este tipo de azulejos. Elaborados con pasta blanca, con arcillas y caolines procedentes de Villar del Arzobispo, los azulejos miden 15 x 15 cm, distintos de los tradicionales de pasta rojiza o siena, de 20 cm de lado.
Para la ornamentación, se utilizaba la técnica de la manguera (tube-lining) y vidriados de colores translúcidos, planos y sin claroscuros. Sobre el azulejo bizcochado, con una manguera, se aplicaba una pasta espesa y consistente, que dibujaba y marcaba el perfil. A continuación, se llenaban las secciones obtenidas con los esmaltes, y quedaba cada color bien delimitado por una línea resaltada.
En el rótulo comercial, prima la leyenda sobre la decoración, enmarcada por una cenefa. Otra cenefa recorre la fachada y remarca impostas, puertas y ventanas de las dos plantas del edificio.
La fachada está compuesta por azulejos azules, molduras con relieve y otros azulejos que muestran elementos geométricos y colores contundentes, al estilo del Déco. En la parte inferior derecha lleva la marca de la fábrica. El Ayuntamiento de Bellreguard, mediante un convenio con la actual familia propietaria, ha realizado los trámites y tareas para la restauración y conservación del panel cerámico y de la fachada, que han sido restaurados a inicios de 2021, a cargo de Patricia Montoro, y las piezas de azulejo repuestas, fabricadas por Xavier Morant, casualmente uno de los nietos de José María Verdejo.
La antigua calle
Contar la cronología temporal de la botigueta, hasta llegar al día de hoy, supone también mencionar personas y hechos, y adentrarnos en esa parte de la historia que rara vez aparece en los libros, las historias familiares. Porque la historia de un lugar va ligada, al menos, a una persona, a un hecho y un momento, y, aunque no siempre perdure en el tiempo, en nuestro pueblo intentaremos conservarlo, si puede ser, todo. El contexto es siempre importante. Por eso contaremos… hasta donde sabemos.
La botigueta (droguería, paquetería y ferretería durante un tiempo) es originaria de 1874 y fue traspasada por Juan Bautista Barber Pérez a Pedro Llinares Marco el 15 de abril de 1923, por 5.000 pesetas.
En los libros de Matrícula industrial del Ayuntamiento de Bellreguard el establecimiento aparece a nombre de Pedro Llinares y, desde el año 1938 al 1948, a nombre de Julia Llinares Fuster, su hija. Durante esos años se editaron unos cuadernillos donde se pegaba un sello por cada 50 céntimos de peseta de compra, y con los que se conseguían obsequios a medida que se llenaban las hojas.
Pedro Llinares fue encarcelado al terminar la Guerra Civil, acusado de pertenecer al Comité Secreto Antifascista Local. Su hija Marina también fue represaliada. Estuvo encarcelada más de un año en la Escuela Pía de Gandia, donde cumplió los 17 años de edad.
En 1948 Pedro Llinares fue liberado y, con su familia, emigró a Argentina. Ese mismo año traspasaron la tienda y le alquilaron el edificio como residencia a Pura Borràs Pastor (Pureta), por 19.463,30 pesetas, quien regentó la tienda junto con su marido, Vicente Pastor Tormo, desde 1948 hasta su cierre definitivo, en 1986.
El 21 de noviembre de 1983, atendiendo a la nueva legislación, solicitaron al Ayuntamiento de Bellreguard la “legalización de apertura” de la tienda como establecimiento comercial “dedicado a la venta al por menor de toda clase de artículos”. En enero de 1984, se les concedió la licencia de apertura, por la que pagaron 8.400 pesetas.
El 4 de mayo de 2006 el edificio de la tienda dejó de pertenecer a la familia de Pedro Llinares, al ser vendido por su nieta.