L’Escola
10 junio 2019
Bellreguard tuvo el privilegio de ser uno de los primeros pueblos de la Safor en tener escuela. Ya el 1822-23 aparece documentada la que seguramente fue la primera escuela de Bellreguard, ubicada en el segundo piso del Ayuntamiento (hasta 1902) y en unas casas del pueblo alquiladas por el consistorio (hasta 1926). En aquel momento la educación de los pueblos estaba a cargo de los ayuntamientos: la paga del profesorado y la dotación de las escuelas recaía sobre el presupuesto municipal.
El primer edificio propio para las escuelas llegó con el crecimiento urbanístico del pueblo, que permitió encontrar un espacio para construirlas. En noviembre de 1925, bajo la alcaldía de Carles Marco Català, se acordó emprender la tarea de la construcción de las escuelas nuevas. Pocos meses después, el 23 de enero de 1926, con Dionís Borràs Morant como alcalde, se acordó “la construcción de las escuelas con urgencia bajo la vigilancia y dirección del arquitecto Joaquim Aracil”.
Rápidamente, el día 26 de enero de 1926 se pagó al arquitecto la cantidad de 1.500 pesetas como honorarios por la realización del proyecto. Por el importe de 8.000 pesetas se compraron el 8 de febrero de 1926 dos hanegadas de tierra a Gabriel Borràs Morant y a Dionís Garcia Borràs; y el 15 de febrero, una semana después, comenzó la construcción del edificio. La certificación final de obra se aprobó el 22 de septiembre y el día de San Miguel de 1926 se inauguraron las escuelas, con doña Genoveva Cardona Millet al frente como primera directora de las escuelas nuevas de Bellreguard. Destacó el hecho positivo de que la dirección estuviera a cargo de una mujer. En Navidad de 1927 se añadieron el cercado y el enrejado, que son los que las escuelas aún mantienen actualmente.
El total de la construcción de las escuelas, incluyendo los honorarios del proyecto, la dirección de obra y los terrenos supusieron un coste de 41.448,68 pesetas. En el acta del pleno del 21 de julio del 31 sobre el presupuesto municipal, vemos como el nuevo edificio de la escuela, para el cual se había recibido una importante subvención, ya estaba casi totalmente pagado. El documento dice así: “El Sr. Alcalde dijo: Que como quiera que en el presupuesto municipal ordinario del corriente año, va consignada ya la 6ª y última anualidad y sus intereses del empréstito municipal emitido para construcción de Escuelas, así como también la segunda anualidad e intereses del empréstito sobre relleno del Basot (o Clot de l’Era), sólo restan a pagar once mil pesetas, o sea la 3ª y 4ª anualidad de esta última operación de crédito; que deducidas de las 35.532 pesetas cobradas por la subvención de las Escuelas nacionales, resulta un sobrante de 24.532 pesetas”.
En 1936 fue otorgada al Ayuntamiento una subvención del Estado de 60.000 pesetas para ampliar las escuelas con cuatro secciones (dos para cada sexo) y un local para una biblioteca.
Durante la época de la II República se produoj un avance decidido del proceso alfabetizador de la población, gracias al esfuerzo y énfasis de los gobiernos de entonces en el ámbito de la educación. Hacia los años 60, por contra, la degradación del sistema de enseñanza pública, y la voluntad de muchas familias de conseguir un futuro mejor para sus hijas e hijos, hizo que muchas niñas y niños del pueblo fueran a escuela a colegios concertados o privados de Gandia. Este proceso comenzó a revertirse progresivamente hacia finales del siglo XX.