Església de Sant Miquel

Patrimonio

La antigua iglesia de Bellreguard fue inicialmente una capilla edificada por los terceros duques de Gandia y señores de Bellreguard, de la familia Borja, agregada a la Colegiata de Gandia y con San Miguel Arcángel como titular, patrón protector de la familia Borja. El 1574 el arzobispo Ribera la independizó de la Colegiata.

Después de la expulsión de los moriscos, la llegada a Bellreguard de más población cristiana hizo necesaria una iglesia con mayor capacidad. Se construyó un templo de una única nave con capillas laterales y la capilla original se convirtió en la nueva capilla de la Comunión.

Durante el siglo XVIII el crecimiento del pueblo obligó a mejorar el templo. Así, entre 1733 y 1750, se construyó una nueva iglesia de estilo barroco austero y tendencia neoclásica, aprovechando las buenas condiciones sociales y económicas. Entre 1909 y 1929 se realizaron obras de mejora y de ampliación promovidas por el rector Vicent Moner.

Durante la Guerra Civil, en el mes de noviembre de 1936, se procedió a la destrucción del edificio y del campanario con dinamita. Se trató, pues, de un derribo planificado. El archivo parroquial también fue quemado, y sólo se salvó la mayoría de los llamados Quinque Libri.

La construcción de la nueva iglesia de Sant Miquel durante la postguerra (1939-1952) constituyó un acontecimiento destacado en la comarca y significativo para Bellreguard.

Con la edificación de la nueva iglesia se reestructuró el plan urbanístico de la plaza y las calles de su entorno.

El pueblo se organizó en comunas para trabajar conjuntamente. De esta manera se consiguieron dos objetivos: por un lado, ahorrar en el proceso constructivo; por otro, implicar al vecindario en la construcción del edificio parroquial.

La iglesia está compuesta por una nave de 20 x 40 m; una cubierta soportada por 54 columnas octogonales y un campanario de 40 m de altura, con 5 metros más de carillón de campanas y veleta metálica. El campanario es uno de los más singulares de la comarca por su tipología y ubicación en medio de los pies de la iglesia. Las campanas reciben los nombres de Santísimo Cristo de la Misericordia, Abdón y Senén, Micaela y Divina Aurora.

Las fases de construcción se correspondieron con los diferentes rectores que estuvieron al frente de la parroquia. Durante la primera fase regía la parroquia Toribi Sellés (1939-1943) que fue sucedido por Francesc Mahiques (1943-1947) y finalmente estuvo a cargo de Josep Silvestre Monzó (1947-1968). Los tres rectores tuvieron que hacer muchas gestiones para conseguir llevar adelante el proyecto, y dieron los resultados:

  • El 27 de junio de 1940 el arquitecto de Alcoi Joaquim Aracil envió los planos.
  • El 12 de febrero de 1941 llegaron a la plaza unos carros tirados por bueyes, que llevaban unos enormes bloques de piedra blanca: eran los restos de la antigua barandilla del puente de piedra de entrada a Gandia.
  • El 17 de mayo de 1942 se organizó una gran fiesta para celebrar la llegada del nuevo sagrario, construido por colecta popular.
  • El 30 de mayo de 1943 se colocó la primera piedra.
  • El 29 de septiembre de 1952 se inauguró con una misa solemne y procesión, presididas por el arzobispo de València, monseñor Marcel·lí Olaechea.
  • El 1953 la iglesia estaba acabada.
  • El presupuesto final de la obra ascendió a 625.302,05 pesetas.

“Bellreguard adquirió y ha mantenido una fama de pueblo de gente beata. Gente beata no en el sentido menospreciativo, sino en el sentido de muy aficionados a las cosas de religión…”

Mora, I. Josep Camarena i l’ocàs del món rural (viatge a la Safor). CEIC Alfons el Vell. Oliva, 1982.

A nuestros campanarios les dedicó Joan Pellicer i Bataller, Hijo Predilecto de Bellreguard, vecino estimado y de esta plaza, las siguientes palabras:

“Nos guste o no, literalmente, la mayoría de valencianos y valencianas hemos nacido y nos hemos criado a los pies de un campanario, entre sonidos y repiques de campanas, y conocemos bien, en oído propio, toda la rica diversidad de sus vuelos y revuelos, de los más exultantes y llamativos a los más solemnes y fúnebres, pasando por los más sorprendentes y alarmantes o los más rutinarios y monótonos. Por eso llevamos ligada a los campanarios y las campanas una gran cantidad de vivencias y recuerdos, por no decir toda la infancia.”

Pellicer, J. Campanes fi de segle. CEIC Alfons el Vell. Gandia, 2000.

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